sábado, noviembre 23, 2024

Cartas en el asunto – ¿Qué importa más ahora?

Por Juan José Cartas Antonio

Conversando con amigos, compañeros, vecinos y conocidos, nos hemos vestido de intelectuales y dado rienda suelta a nuestros «grandes conocimientos» en torno a lo que escuchamos, descubrimos y vivimos, en nuestra vida diaria.

Es cosa de lanzar el anzuelo con buena carnada, para que saltemos al ruedo y hagamos de nuestra existencia un gran compendio o un océano de posibilidades de soluciones a los problemas cotidianos.

Los temas van desde el sismo del 2017, la elección del 2018, la destrucción de las instituciones, los jalones entre fifis y chairos, las encuestas para elegir candidatos, las alianzas, los pleitos entre las tribus, la pandemia y las campañas políticas.

Así que el tema de hoy es el sismo, donde hay mucha tela de donde cortar por incumplimiento de unos y otros, pero también de los que se aprovecharon como gobierno para llenarse las bolsas de dinero y beneficiar a gente cercana a quienes no habían sufrido ningún daño en sus viviendas.

El suceso resulta del dominio público, toda vez que esta a la vista de todos y de todas, y las mentiras y verdades se aparecen aquí y allá y prácticamente a cada paso.

Y es que lejos de atender a los verdaderos damnificados, que vieron dañados su patrimonio y desgraciadas sus vidas, esperaron, y muchos siguen esperando atención, los encargados de velar por el bienestar del pueblo, aprovecharon para destinar los recursos a familiares, amigos, compadres y gavilla.

Lo cierto es que donde estaban predios en el olvido y casas derruidas, antes de la desgracia, de pronto aparecieron construcciones.

Desde luego, en muchas casas, después del sismo, donde las leyendas ni siquiera debieron de aparecer, de pronto, en letras grandes decía «PERDIDA TOTAL». Pero bueno, bien lo reza el refrán «A río revuelto, ganancia de pescadores».

Esta realidad no solo se dio en el pueblo ¡no! se trata de un comportamiento HUMANO que se vivió y se seguirá viviendo «aquí, allá, acullá y más allá…»

Lo bueno es que ya se «acabo» la corrupción. Ujum.

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