Por Juan José Cartas Antonio
Fotografía: Mara Matus
La sorpresa que se llevaron los que transitaban en el corazón de Tehuantepec, y los que nos enteramos a través del internet, lo ubicamos en un plano de la sociedad, que rompe con lo establecido y provoca cientos de comentarios y quizá miles.
Fue algo a lo que no estamos acostumbrados y que nunca lo imaginamos. No creo que se haya adelantado a los tiempos, simple y sencillamente esto fue un impulso de alguien que empujó a más a llevarlo a la práctica, porque no falta quien, «pensante» y ducho en el arte del lavado de cerebros, les llevó a cometer lo que les pareció justo y necesario.
No creo que la idea haya salido de la mente de un padre o una madre consciente, en la responsabilidad de educar a sus herederos con buenos valores que exige la convivencia humana, porque hablarían con sus hijos antes de cualquier cosa, para evitar situaciones adversas que agredan a sus familias y les ponga en la boca del pueblo.
Esa exhibición de imágenes se convirtió en un escaparate que atrajo la mirada de propios y extraños, y fue un detonante para muchos varones que inmediatamente alzaron la voz y dieron a conocer «no ser» los presuntos responsables de las acusaciones y, por ende, presentarían una queja ante la autoridad competente.
Quizá detrás de todo este show en el corazón de Tehuantepec, existen mentiras y verdades, que saldrán a la luz en cuanto inicien los dimes y diretes en corto o ante la autoridad, para deslindar responsabilidades existiendo la posibilidad de que aparezcan las interrogantes, que solo las acusadoras y acusados conocen al pie de la letra.
Esta puesta de imágenes ha de contar con una gran historia, que seguramente no va a trascender, porque es muy seguro que se pongan de acuerdo y limen asperezas, las que, desde nuestro punto de vista es lo más sano que se debe dar, porque existen familias de por medio, las que al final del posible diálogo puede que queden convencidos de los que sus hijos e hijas pongan sobre la sobre.
Todo este suceso que deja un precedente en la historia del pueblo, desde mi perspectiva no debe quedar arrumbado en una esquina de la casa o en el cesto de la basura, y deben de eliminarlo de raíz, porque esto que ahora, muchachas atrevidas sacaron a la luz puede volver a darse sino se corrige la descomposición existente en nuestros jóvenes.
Hay muchas interrogantes que quizá, para la mayoría de los padres no es de relevancia, es más ni siquiera pasa por la cabeza de ambos.
¿Conoce usted como adquirieron sus hijos e hijas el celular que portan?
¿Sabe usted de donde sacan para ponerle saldo a sus equipos de telefonía?
¿Está enterado de quienes tiene como amigos su vástago?
¿Le ha dicho su hija o hijo con que nombre esta registrada como contacto?
¿Sabe a cuantos grupos de WhatsApp esta adherida y quienes lo forman?
¿Por casualidad sabe usted a cuantos contesta los mensajes y llamadas, que sin conocerlos los trata de maravilla?
Estas y muchas interrogantes, espero que no, quedaran en el olvido, porque muchos de nosotros ni siquiera sabemos la «magia» y vericuetos que trae un celular, que nuestros queridos hijos e hijas le han descubierto, porque nuestra era ya pasó y ellos están actualizados, de allí que, inteligentemente, pudieron extraer los rostros y nombres de los que presuntamente las cosas que ellas señalan.
Padres de familia hagan algo por sus hijos e hijas, porque después será demasiado tarde.
Sean felices, que no cuesta ni duele.