Por Juan José Cartas Antonio
Trazamos nuestro andar hacia el poniente de la población después de pasar el multicitado «puentecito» del barrio de Santa María, lugar que ha sido embellecido por diversas administraciones municipales.
El último gobierno municipal le apostó a cambiarle el rostro al puentecito y le invirtió para que jóvenes artistas de las artes plásticas plasmaran sus inquietudes en sus paredes interiores y algunos trazos en sus exteriores. Amén de que personal de servicios generales iluminaron el lugar, como auxilio a la gran cantidad de damas que utilizan esta vía de comunicación.
¡Claro! Conociendo a nuestra gente, el tiempo de duración de la obra pronto pasó a formar parte de la desgracia, ya que grafiteros sin cabeza acabaron con la magia de los murales y, la instalación eléctrica sufrió la bárbara acción del vandalismo de gente que no cuentan con mamá en casa. Quebraron las lámparas y el sitio volvió a quedar en penumbras para la acción de los malandros.
Ya listo para decidir la encrucijada de la tres calles, nos encontramos con un «sitio» de mototaxis de muchos colores, que van y bien por las arterias de San Juanico, Lieza, Santa María y Santa Cruz. En ese lugar se da un buen desorden, en el vehículos particulares, del servicio de taxi y mototaxis, no todos, se lanzan sin conocimiento de las leyes de tránsito, a ganar el derecho de pasar primero.
Por allí mismo se encuentra uno de los fotógrafos veteranos en el oficio, el gran Elpidio. Muchos, si no es que todos, alguna vez acudieron a su estudio para la toma de las fotografías que exigían para las credenciales, la boleta de los 5 o el certificado de conclusión de la primaria. Claro, claro, otros más acudieron con el maestro Julio Flores, con el conocido Zancudo o con el amigo Cuaute.
Esa zona, apenas saliendo el puentecito, está colmada de grandes personajes de la vida diaria, sepa usted, le platico. Doña Auria Gutierrez de Maliachi, se cocía aparte, y mire usted porque, preparaba las aguas más sabrosas en el barrio Santa María, aguas a las que le daba un mágico sabor que atraía a medio mundo. Imagine usted el sabor de las aguas de horchata, chilacayota y la exquisita chipiona, preparadas en aquellas enormes garrafas y servidas en vasos de cristal.
En ese mismo hogar se encontraba Don Sostenes Maliachi, personaje dedicado a realizar el curtido de pieles con las que fabricaba huaraches, cinturones y otros artículos hechos de piel. Dedicaba también, parte de su tiempo, a poner su parte en la elaboración de las sabrosas aguas que su dama Auria ofrecía a su clientela.
A un costado la casa del señor Ernesto Sánchez, personaje muy conocido por el arte de la panadería al estilo original de nuestra gente. Muy metido e inspirado en la fabricación de las conchas, gendarmes, laureles, campechanas, cuernos, almorranas, el ladrillo, las hojaldras y, desde luego, un sin fin de figuras surgidas del amasado y horno de don Ernesto, en donde no podía faltar el pan francés.
Nos decidimos por caminar la calle Plutarco Gallegos, y con la división del callejón Solidaridad, nombre que le pusieron hace apenas unos años, cuando una maquinaria abrió el sendero y en el que, por cierto, se encontraron antiguos entierros en grandes ollas, pronto encontramos el hogar del señor Hermenegildo Katt, quien dejó toda una historia dentro del comercio de Tehuantepec, con la venta de grandes cantidades de azúcar y maíz.
Bajamos unos pasos más, no fueron muchos, ya que la propiedad de la familia Ramírez, inicia donde concluye la casa de los Katt, por lo que en un santiamén se agolparon en mi mente el recuerdo de las labores que desempeñaron cada uno de los hermanos y hermanas: comerciantes en el mercado Jesús Carranza y en el mercadito de Santa María, taxistas, mecánicos y grandes toleteros de los Rojos de Santa María.
Esta historia continuará…
Sigue la huella del Jaguar.