Cartas en el asunto – Entre lo tangible e intangible de Guisii

Por Juan José Cartas Antonio

Fotografía: Carlos Solís

De las festividades de GUISII que mantienen rasgos profundos de identidad zapoteca prehispánicas, LA FIESTA TITULAR es la más sobresaliente, mismas que se celebran -según versión de algunos “investigadores”- en los BARRIOS situados a la ribera del río, que parte en dos la ciudad, que es el río Tehuantepec. 

El inicio de esta fiesta en Tehuantepec, se dio en el BARRIO DE SANTA CRUZ TAGOLABA, comunidad en la que el jolgorio se redujo a casi nada, toda vez que la realidad que se vive por cuestiones de la pandemia y atendiendo el llamado de la autoridad municipal, quien a través de una circular ordenó la suspensión de toda actividad festiva. 

Algo similar se vivió en el barrio vecino de SANTA MARÍA REOLOTECA, en donde principales, mayordomos e hijos del barrio, acudieron a la ceremonia conocida como BAJADA DE LA VIRGEN. Como bien sabemos, este acto es el que marca el inicio de la celebración, que es, desde luego, parte de la mezcla INDÍGENA-ESPAÑOLA a la que con el paso de los siglos, y ante el desconocimiento de muchos de nosotros, a quienes nos ha faltado el conocimiento exacto de las cosas, que se logran a través de la TRADICIÓN ORAL, hemos propiciado la descomposición de los actos ceremoniales que contienen la esencia de lo tangible e intangible de nuestra cultura indígena.

Así pues, los mayordomos iniciaron su compromiso el pasado lunes, día en el que se realiza el VELORIO con pito y caja. A esta actividad se invita a todos los hijos del barrio y de manera particular a los señores principales (xhuanas) presentes y pasados del barrio, quienes se presentan con sus esposas, distinguiéndose la presencia de los ancianos de la comunidad, quienes ataviados a la usanza zapoteca le dan el toque ceremonial a la celebración. El señor xhuana y esposa, la xhelaxhuana (actuales), encabezan las mesas en las que se deposita una cooperación llamada CHAGALUU (es un apoyo para los mayordomos que no tiene una cantidad exacta de contribución, bien puede desde una moneda de cinco pesos hasta un billete de alta denominación), y les acompañan los principales pasados, del mismo barrio. 

Hay que resaltar el hecho de que son colocadas dos mesas, por un lado la de hombres y un poco más allá la de las mujeres. La cooperación que se deposita en la de hombres no es anotada en un cuaderno, como en otras ocasiones, mientras que en la de mujeres se nombra a una persona del mismo sexo a realizar el registro de las cuotas que se depositan. En cada una de las mesas se colocan botellas de mezcal y agua, agregándole en la de hombres cigarros. 

Otra de las cosas que forman parte de las mesas son unas coronas de PEPE (es una enredadera que produce unas frutitas que tienen un gran parecido con las llamadas granaditas que se cuelgan en los guacales de los inditos en diciembre) que se fabrican, para colocarlas en las sienes de quienes acuden a la mesa a depositar su CHAGALUU. En este velorio, que desde mi perspectiva muestra una parte de la tradición prehispánica, se sirve a todos los presentes una suculenta cena que consiste en FRITO DE COCHINO Y UNA TAZA DE CAFÉ CALIENTE CON PAN (hay que ponderar que esta cena se servía en utensilios de barro).
Durante el tiempo que dura la ceremonia se escucha música de PITO Y CAJA, instrumentos que ejecutados por los músicos tradicionalistas dejan escuchar la música que forma parte del acervo musical de GUISII, entre las que resaltan los sones TEHUANOS. 

Mientras esto acontece, las señoras XHELAXHUANAS nombran, entre las mujeres presentes, a quienes se harán cargo de realizar algunas charadas, para lo cual se les entrega armas (de juguetes) y unas muñecas, el armamento convierte a las recién nombradas en LAS POLICÍAS que mantendrán un rígido orden en el velorio, por lo que haciendo uso de su representación, con las armas en manos y entregando las muñecas a las elegidas entre las mujeres del público, las presentan ante la mesa de las XHELAXHUANAS, para que les sean impuestas las sanciones a las que se han hecho acreedoras. El castigo consiste en copas de bebidas, que deberán ser consumidas, ante las miradas y risas de todos los presentes. 

Esta actividad sirve de distracción que mata el tiempo, para que el tedio del VELORIO no ahogue a los presentes y provoque una pronta retirada.

Lo cierto de todo, es que hoy en día ha venido a menos esta celebración por las medidas sanitarias que se imponen por la pandemia, con la que se agrega al poco interés de los nativos del barrio, para estar presentes y mantener vivas las tradiciones. 

Siga la huella del Jaguar. 

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