Cartas en el asunto – “Grandes obras” en sus tiempos

Por Juan Cartas

Siguieron surgiendo obras municipales en diversos puntos de la ciudad y en algunas agencias, que dieron respuestas a las necesidades que se plantearon en la llamada priorización de obras.

Algunas se encontraban en el proyecto de gobierno de la autoridad en turno y así surgieron muchas que en algunos casos no tenían el impacto visual de la población pero que lograron beneficiar a diversos núcleos de población.

Tal es el caso de la pavimentación de las calles y avenidas del primer cuadro de la ciudad y el proyecto de eliminar todo el cableado que cuelga de las decenas de postes, que dan un mal aspecto al perfil arquitectónico colonial de nuestra ciudad. La red de tuberías para el caso, se mantienen en el olvido.

Sobre carretera Transístmica y Panamericana se llevó a efecto un reordenamiento del tránsito vehicular para lograr una mejor fluidez de los automotores y se colocaron los primeros semáforos en la ciudad, señalamientos que se mantienen con la eterna esperanza de servir, para controlar el latente peligro que existe en el multicitado crucero.

Se dio vida a los centros deportivos en diferentes puntos de la ciudad como: el estadio de béisbol Agricultura, las instalaciones de la 20 de noviembre, al deportivo Guiengola, al Campo Puma, a canchas de usos múltiples ubicados en los barrios de Guichivere, Vixhana altos y en algunos fraccionamientos. 

Aparecieron los llamados domos en la gran mayoría de las instituciones educativas, se construyeron en las agencias municipales y en algunas iglesias, en las que, por cierto, les quitaron su valor histórico.

Los barrios de Laborío y Jalisco, se beneficiaron con la construcción de un muro de contención, obra que logró evitar que los habitantes de esos núcleos de población siguieran sufriendo los embates de las inundaciones por el crecimiento del río Guisii. 

Se les dio mantenimiento y reconstrucción a los mercaditos de Guichivere y Santa María, se construyó ganándole espacio al lecho del río el sitio conocido como la “Panzona”, con el propósito de abatir la falta de espacios en el centro del pueblo, y mire usted, hoy en día sirve para todo.

Al Palacio Municipal, o como muchos le conocen, “la casa de los pleitos”, lo han pintado muchas veces, quemado en varias ocasiones, apedreado repetidamente y tomado cuando se les antoja, y desde que un buen tirador, pero mal tehuano, le dio una pedrada y lo detuvo, nadie, a ningún gobernante, se le ha ocurrido volver a darle vida al viejo reloj. Y eso que todos repiten hasta cansarse “amo a Tehuantepec, porque allí está enterrado mi ombligo”. 

Sin duda, hay mucha tela de donde cortar.
Sigan la huella de Jaguar. 

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