Por Sheila Álvarez
Hablar de Toledo es hablar de muchas cosas… padre, hermano, hijo, defensor social y ecológico; artista visual, inquieto y observador. Hombre y humano.
Mirar a Toledo es todo lo que conocemos de él: sus rejas, dibujos que se salen de la estética tradicional, obras de gran formato, el CaSa (Centro de las Artes de San Agustín), IAGO (Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca) y CFMAB (Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo); de McDonald´s y los papalotes. Pero, VER A TOLEDO, es reconocer su naturaleza desde otros ojos.
En palabras de Laureana Toledo: “Antes de ser un artista o figura, Francisco era mi padre… era juguetón y payaso (…) Nunca me dirigía cuando lo fotografiaba. Creo que ambos entendíamos que la fotografía era mía y no suya”.
Ubicado en el CFMAB, -disponible hasta el 8 de septiembre- y formando parte del ciclo de exposiciones “Toledo”, la exposición alberga fotografías de diferentes formatos y desde diversos lentes, permitiéndonos conocer a Toledo, antes de ser Toledo. De acuerdo con la Real Academia Española, la palabra humano (a parte de sus definiciones biológicas y evolutivas) quiere decir: “Comprensivo, sensible a los infortunios ajenos” (2024).
Ver a Toledo, es observar al humano detrás de una máscara, en medio de un campo de flores silvestres, leyendo un libro, sacando tierra con una pala, sentado a la orilla de un monumento. Ver a Toledo es verlo ser.