Por Juan Cartas
Hace una semana, el miércoles 31 de agosto, el conductor del taxi del Sitio Cerro Tigre marcado con el número económico 7336, aplicó un agregado a la tarifa de 50 pesos que siempre le habían cobrado a una usuaria del fraccionamiento Guiengola.
La cliente, con la confianza de siempre, abordó la unidad para trasladarse a su domicilio con todas sus compras del día sin presentir lo que tendría que enfrentar como un gran disgusto del día.
Llegando a su destino y al descender de vehículo prestador del servicio de alquiler, tomó de su monedero un billete de 50 pesos para cubrir el costo de la «dejada», cantidad que al entregarla al «conductor» escuchó que tenía que pagar 20 pesos más.
Al preguntar al chofer el por qué, recibió como respuesta una grotesca actitud del «servidor público» y luego un término inesperado e increíble, ya que el pretexto que salió de la boca del encargado del volante nada tenía que ver con el costo que siempre ha cubierto.
Resulta que el señor le dio a conocer que el aumento obedecía a que las arterias del fraccionamiento están llenos de charcos y baches que dañaron «su carro» y san se acabó.
La señora al ver la actitud grosera y desafiante del individuo, decidió, con daño a su economía, cubrir el faltante y agradecer tan maravilloso gesto de servicio de primera que le habían brindado en esta ocasión.
Después, con el propósito de dar a conocer lo que viven los usuarios del servicio de taxis, alcanzó a imprimir la imagen que acompaña al texto, desde luego, señaló que no todos son iguales aunque encontrar a los verdaderos servidores públicos hoy en día es verdaderamente complicado.
Así que a partir de ahora, si usted tiene la desgracia de vivir en zonas que tienen semejanza a las calles del fraccionamiento Guiengola, esté preparado para cubrir el agregado, que se le antoje, a quienes no conocen el valor de desempeñar el bendito trabajo que tienen en sus manos.
Ante esta realidad es necesario hacer un llamado a la autoridad para que se aboque a cubrir todos los cráteres que hay en el pueblo, para que la gente no se encuentre con sorpresas desagradables.
Así mismo a la dirección de tránsito municipal y tránsito estatal, para que lo más pronto posible se reúnan con los dirigentes de los sindicatos de prestadores del servicio de taxis, y den a conocer las tarifas de las «dejadas» dentro y fuera de la comunidad.
Hay que ponderar que no todos los conductores tienen o utilizan esta actitud cuando prestan un servicio a la sociedad, pero de que los hay los hay, solo basta abordar una unidad y encontrarse con alguien que desconoce la responsabilidad que le otorga el propietario del carro al entregarle las llaves.
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