Por Juan José Cartas Antonio
Avanzamos un aproximado de 50 metros, con rumbo al oriente sobre la calle Guerrero, después de ver a lo lejos la imponente figura del Convento Dominico y la destrucción que ha sufrido lo que fue la casa del doctor Cajigas Lagner, sin que alguna autoridad haya puesto orden en la conservación del patrimonio arquitectónico de la ciudad.
La distancia recorrida nos puso en una esquina en la que, desde antes de terremoto, una casa de tejabana, adobe y ladrillos, amenaza con desmoronarse. Le pedí al conductor se desviara un poco y se adentrara a la calle que lleva el nombre de Dr. Liceaga, pero que para la mayoría es conocida como «Checoro».
El propósito de adentrarnos a esa zona del pueblo fue para traer a nuestra memoria el pasado maravilloso que los vecinos vivieron con las fastuosas fiestas que vistieron de gala la calle. Grandes enrramadas que cobijaron con mucha algarabía la convivencia de los nativos del barrio y toda la población.
La calle, por su ubicación de norte a sur, bien pudiera ser la avenida más corta de la ciudad, uniendo a las calles Guerrero y la calle Mina. Desde luego que se trataba de recordar la alegría de los festejos sino también la imagen colonial de sus edificios que fueron destruidos por el sismo cubriendo de tristeza a sus habitantes.
Pero había algo más que me atrajo al lugar, desentrañar el por qué la distinción del término «Checoro». Así que me puse a indagar con amigos, familiares, conocidos y también vecinos de la calle, para terminar con mi ignorancia en torno a la palabra.
Realicé llamadas telefónicas pidiendo auxilio y socorro y la gran mayoría no pudo ayudarme. Fueron seis personas quienes se auxiliaron con sus contactos y obtuvieron buenos resultados. Todos coincidieron en resaltar «atrás del coro», porque, según, en la parte trasera de la catedral se reunían los integrantes del coro para ensayar.
Y si, la calle Dr. Liceaga, tiene como parte estructural, la vecindad del Convento Dominico y la Catedral, lo que dio como resultado que naciera la palabra «Checoro». Solo que no quedé conforme con el resultado, así que, por último, pedí auxilio con un hablante del zapoteco, para saber cómo se dice y habla «detrás del coro».
Y el resultado fue que no es simplemente «Checoro», sino que el origen real es una descomposición, acorde a lo que me dijo el paisano. «D’ che coro» significa detrás del coro. La luz que nos dan es que, como en muchos casos, nuestra pronunciación la vamos haciendo cómoda al grado de descomposición.
Estando allí en la calle observamos también que gracias a las autoridades pasadas y el desinterés del INAH algunas personas construyeron viviendas en la parte trasera del convento y otras construyeron tapando un pequeño callejón o pasillo, que permitía ir o venir de la puerta principal del antiguo inmueble.
Antes de volver a la ruta que une a los barrios de San Sebastián, San Jerónimo, Guichivere y Vixhana, cerramos los ojos y utilizamos la imaginación, para quedarnos con lo intangible del pasado maravilloso de Tehuantepec. Nuestro querido Tehuantepec.
A los hablantes de nuestra madre lengua les pido luz, para todos.