Por Juan José Cartas Antonio
Es una verdadera lástima que la justa Internacional de la Carrera Panamericana haya tomado una ruta, que la historia no registra como Panamericana.
Desde su primera edición había cumplido como Carrera Panamericana, toda vez que el recorrido cubría, aunque no estaba concluida, toda la cinta asfáltica de esta vía de comunicación que une a nuestras dos fronteras.
Aunque su primer salida tuvo lugar en la frontera norte, después nuestros pueblos nos acostumbramos a verla pasar de sur a norte, inclusive, deteniendo su marcha en varios de nuestros pueblos que en su momento fueron elegidos como puntos estratégicos para revisión y abastecimiento de autos y conductores.
Lamentablemente cuando dejó de ser parte de grandes vivencias en todo el trayecto, de los estados que tocaba, por el accidente del piloto conocido como el Che Estrada, el país dejó de tener esta oportunidad de contar con una carrera internacional, y poder disfrutar del paso de los bólidos y admirarlos en toda su dimensión.
Así que, cuando se puso en marcha la segunda edición, con la participación de grandes pilotos de fórmula uno y aparecieron, con el patrocinio de muchas empresas, los nombres de pilotos mexicanos, la justa internacional tuvo que enfrentar otros problemas como: el mal estado de las carreteras de Oaxaca, luego, la gran cantidad de topes y un poco más tarde, el maravilloso negocio de los cierres carreteros.
Todo esto provocó que poco a poco los organizadores y patrocinadores decidieran buscar nuevas alternativas de rutas, para dejar de enfrentar el agobio de los problemas detallados.
Hoy en nueva ruta, los maravillosos autos como: Studebacker, Wolsvagen, Ferrari, Porche, Cadillac, Osmobile, Mustang, Volvo, Ford, y muchas marcas más, así como a sus escuderías, grandes pilotos y copilotos, salen de Oaxaca capital para cruzar la serpentina ruta que cruza la cordillera de la zona serrana, tocando Guelatao, hasta alcanzar la meta en la ciudad de Veracruz, Veracruz, punto final de la primera etapa, han dejado de ser parte de nuestros bellos pueblos del Istmo de Tehuantepec.
La verdad que es una lástima que nuestras familias no tengan la oportunidad de disfrutar de este espectáculo internacional, rally automovilístico que traería para el conocimiento de los niños y jóvenes, los rasgos de un pasado fabuloso a este presente convulsionado, que estamos viviendo.
Lo que también nos llama la atención es el gran desafío que tienen los pilotos ante la adversidad que representa esta vía de comunicación, ya que lo angosto del asfalto y los abismos de las montañas ponen en peligro su integridad física.
Nos quedamos con la añoranza y el deseo de que pronto en las carreteras de nuestra región vuelvan a rugir las potentes maquinas de estos bólidos, y a lucir los más diversos e increíbles modelos de los antiguos autos de la Carrera Panamericana.