Por Rómulo Jiménez Celaya/Cronista municipal
Conforme a San Wikipedia, “Un lazareto es un hospital o edificio similar, más o menos aislado, donde se tratan enfermedades infecciosas. Históricamente se han utilizado para enfermedades contagiosas, como la lepra o la tuberculosis y algunas de estas instalaciones eran más bien de reclusión, sin ningún tipo de cuidados médicos y ni mucho menos medidas higiénicas.”
Todavía me parece escuchar el ‘xini gabia’ (hijo del diablo) de la abuela Antonia cada vez que me veía jugar en la casa del señor Fabián Antonio Trujillo. Mal rayu peguchiali (mal rayo te parta) ¿Qué tú no entiendes?¡No entres en esa casa! En esa casa murió mucha gente, esa casa fue hospital cuando lo del cólera y la viruela. Ahí se enterró mucha gente, ahí todavía sigue viva la semilla de la muerte grande.
Tiempo después esto me sería confirmado por el tío Hermenegildo Reyna, por la tía Elodia Espinosa Ordoñez y por el tío Miguel Ordoñez Zelaya, quienes nacieron a finales del siglo XIX y principios del XX. Ciertamente, esta casa, ubicada a un lado de la calle principal del barrio Portillo de San Antonio de Padua, sirvió de lazareto en las epidemias del cólera de 1882 y la viruela de 1904, la cual fue demolida afínales del 2020, al quedar muy dañada por el sismo de 8.2 magnitud del 7 de septiembre de 2017. Con los años, la política sanitaria fue modificándose, luego entonces se dejó de habilitar casas como lazaretos.
La oralidad nos informa que también existió otra casa que sirvió de lazareto en el barrio Guichivere (calle Emancipación), estuvo un costado de la capilla de la Cruz Maravilla. Con el tiempo, esta casa gradualmente fue desmantelada debido al temor de los vecinos de contraer la enfermedad, porque se decía que ahí todavía estaba la semilla de la muerte grande. A principio de la década de los noventa del siglo pasado, las bases sólidas que quedaron del antiguo lazareto, sirvieron de cimiento para edificar la casa ejidal del barrio Guichivere (1).
No he encontrado datos, ni oral ni escrito, si todavía existen otras casas en Tehuantepec que sirvieron para este fin. Pero ¿En qué momento de la historia particular de esta ciudad señora se originó esta práctica sanitaria? En la epidemia de viruela que azotó a Tehuantepec entre 1795 y 1797, se ha encontrado indicios de que el gobierno colonial comenzó a utilizar los lazaretos dentro de su política sanitaria (2).
Si bien es cierto que, para enfrentar las epidemias, el gobierno virreinal recurría a los métodos medievales en torno al aislamiento, que consistía en el secuestro y el aislamiento de los contagiados y los cordones sanitarios.
Los indígenas siempre se opusieron fuertemente ante la idea de la hospitalización, tan es así que cuando se anunció la hospitalización de los virulentos en Tehuantepec, hubo inconformidad no solo en la villa de Tehuantepec sino en toda la región, entonces se dictó un bando en donde se aislarían a los infectados en lugares apartados como los ranchos, en donde fueran atendidos por familiares o curanderas, pero luego se desechó tal medida, ya que solo iba a favorecer a la propagación de este mal y también dar paso a las revueltas sociales, ya que los indios estarían inconformes con tal medida, así que se ordenó que ya no salieran los niños infectados de la villa, y que, conforme más niños se fueran enfermando, estos fueran trasladados a la ermita de San Sebastián, en donde se celebraban misas para calmar la situación.
El 13 de noviembre de 1795 el gobierno virreinal da la orden de que en cada barrio de Tehuantepec se escogiera una casa en donde depositar a los enfermos (4). Sin embargo, en su sesión del 19 de noviembre del mismo año, los médicos de Oaxaca manifestaron que en Tehuantepec ya era imposible separar a los enfermos de los sanos por lo avanzado del apeste, entonces el intendente da la orden de que todo enfermo permaneciera en su casa y se curara con forme a la Disertación (5) . En 1796 la política oficial seguía pidiendo el aislamiento de los virulentos en un edificio lejano al pueblo (6).
Durante esta epidemia de viruela se introdujo la inoculación como símbolo de una política sanitaria “moderna”. La inoculación, antecedente de la vacuna contra el patógeno que provoca la enfermedad, y que fue desarrollada por el inglés Eduard Jenner en 1796, pero que su aplicación se realizaría en México hasta principios del siglo XIX (1804).
Al contagiar deliberadamente a la población sana, pese a que los indios se comportaban renuentes ante esta medida sanitaria, se logró reducir considerablemente la mortandad, más no la frenó, pues siguieron registrándose defunciones, inclusive, ocurrieron decesos de los que habían sido inoculados con el virus de la viruela menos agresiva (variola mitigata) (7).
El discurso oficial del gobierno virreinal giraba en lo humanitario, en lo importante que era la salud de la población, pero lo que en realidad les preocupaba era la Hacienda Real y la creciente presión que ejercían los comerciantes, ya que con los cordones sanitarios, el comercio quedaba estancado y los tributos nada más no fluía “como Dios y el Rey mandaban”, así que el primer frente contra la epidemia pasó a ser la práctica de la inoculación, esto permitió liberar un poco la tensión en los cordones sanitarios a tal grado que se disminuyeron los días de cuarentena en dichos cordones y hasta se pensó en levantarlos. Con la inoculación, los que tenían que morir iban a morir y los que tenían que vivir, iban a vivir, en resumen, con la inoculación se buscaba que la epidemia de la viruela pasara en el menor de tiempo posible, claro, esta medida abonaba mucho para la sana salud de las arcas reales, y por añadidura, a la salud de la población.
En conclusión. Se puede asegurar que, el origen de la utilización de los lazaretos en Tehuantepec, se encuentra en la política sanitaria implementada por el gobierno virreinal en la epidemia de la viruela que afectó a Tehuantepec entre 1795 y 1796.
1) Profesor Mario Mecott Francisco – entre charlas.
2) Política sanitaria y lucha social en tiempos de
viruelas: corona, comercio y comunidades
indígenas en Tehuantepec, 1795-96
Rolf Widmer Sennhauser
3) “Política sanitaria… Op Cit., p. 80
4) Ibídem. Op. Cit., p 81
5) “Con el título de Disertación Físico-Medica en la cual se prescribe un método seguro para preservar a los pueblos de viruelas hasta lograr la completa extinción de ellas en todo el reyno (sic), Gil publicó en 1784 en Madrid un tratado en que retoma las experiencias seculares en el manejo de ‘enfermedades pestilenciales’ y muy particularmente la política con que el Conde de Gálvez combatió en 1778 una epidemia de viruela en Nueva Orleans, recomendando la aplicación estricta de cordón sanitario y la hospitalización de los enfermo. Señalaba que no era contrario a la inoculación, pero que, en vista de la cautela precisa en la operación y la curación prefería el otro “arbitrio más seguro y menos gravoso” […] En 1788, año epidémico, se edita en México anónimamente, pero por supuesto bajo los auspicios de la administración, un resumen del libro de Gil, el Extracto de la obra publicada en Madrid el año pasado de 1784 con el título de Disertación Físico-Médica, en la cual se prescribe un método seguro para preservar a los pueblos de viruelas” Ibídem.
6) Ibídem.
7) “Viruelas benignas”, también llamadas “locas” y las “malas”, “negras y chatas” correspondientes a los actuales términos de “variola mitigata” y “variola vera”. Ambas son contagiosas, pero solamente la segunda requiere de una atención médica especial. Ibídem. Op Cip., p.75.