Por Mario Mecott Francisco
Hoy que la inseguridad sigue en ascenso, y que nuestro patrimonio es atentado ya por invasores, ya por delincuentes, en su mayoría jóvenes, hace la necesidad de ver estrategias y que la sociedad organizada actúe y defienda en colectivo sus propiedades.
Hace mucho tiempo, al parecer, hasta antes de mediados del siglo XX, los barrios de Tehuantepec contaban con un sistema de «rondas», que estaban integradas por ciudadanos, por vecinos de cada barrio quienes se turnaban cada noche para recorrer las calles y callejones de sus respectivas demarcaciones.
Sus armas eran varas de morro y una especie de chicote que se formaba con una parte del ganado que causaba un gran ardor si el detenido no guardaba el orden.
Quien alteraba el orden en el hogar o vía pública era arrestado y castigado de acuerdo a la gravedad de la falta cometida.
Esta práctica era muy saludable para la sociedad, porque todos en el barrio se conocían y conocían el antecedente de cada vecino, que era valorado por la ronda de llevarlo a la cárcel o no.
Con qué seguridad vivía nuestra gente, el objetivo era prevenir, guardar la seguridad del vecindario.
Y en su colectividad, toda la ciudad era segura por las rondas de los barrios.
Hay muchas historias y anécdotas de las rondas de antaño. Bueno sería organizarnos nuevamente y no esperar a qué se agrave la inseguridad en tiempos de pandemia.