Por Juan José Cartas Antonio
La neta, como ahora se utiliza entre la chamacada, me encanta el texto, porque encierra mucho de los que somos adictos a los sueños guajiros.
Eso me impulsa a que en ocaciones cierre los ojos y deje volar mi imaginación a sitios inhóspitos en los que habita la dulce vida, generada por la más pura naturaleza, los buenos sentimientos y los sobresalientes valores humanos.
Y aprovecho mi estadía en el lugar para caminar por lugares en los que las calles son de tierra, las casas de adobe y techos de palma, la flora maravillosa, la fauna abundante y los rostros de los hombres y mujeres sonrientes.
En este viaje solo le robo al tiempo unos minutos y me basta para devolver a mi existencia los deseos de paz y tranquilidad que ahora necesitamos, solo que al abrir mis ojos vuelvo a sentir la inquietud y la desesperación en la que todos estamos naufragando, por estar sujetos a la desesperanza de preguntarnos ¿y ahora que sigue?
Y es que hoy en día la realidad está expuesta y sometida a la chistera de donde sale precisamente lo contrario de no ROBAR, no MENTIR y no TRAICIONAR.
El que sustente y defienda a capa y espada, que esa es la realidad de esto que estamos viviendo es porque no se ha dado cuenta que le han robado la vida a los niños y mujeres con cáncer al negarles la atención que antes se les brindó.
Es porque no se ha dado cuenta que nos mienten cuando el costo de los combustibles no bajó como nos dijeron. Y es porque no se han dado cuenta de que traicionaron a los que corrieron de sus empleos, a los que engañaron que los vacunarían y después que no, a los que les ordenaron no quitar las comas y no les permitieron realizar su trabajo legislativo, a los que votaron por un nuevo régimen que pensaron sería demócrata y ahora están arrepentidos de ver que no solo es similar a los conservadores, neoliberales o prian, sino que son peores y hasta sueñan con ampliar lo que la constitución establece.
La verdad, que se lee y suena bien «no ROBAR, no MENTIR y no TRAICIONAR, tanto que hasta parece que escuchas campanitas de cristal, el Ave María o la campana del recreo. Pero ¡oh sorpresa! Viéndolo desde otro ángulo es tanto como escuchar el «Dios nunca muere» en boca de un mesías, que pensamos, arribó para salvarnos de las garras de los mafiosos, de los perversos, de los tracalas, de los habían robado al país a sus anchas y le habían dejado una nación masacrada, urgente de atención y de alivio maquiavélico, al que con tan solo abrazos y besos se le podía devolver su inmaculada alegría.
Quizá el aplicar aquello que reza «para que la cuña apriete, debe ser del mismo palo» fue que se abrieron las puertas del nuevo gobierno, para recibir amorosamente a todo aquel prianista conservador, que bajo la tutela del nuevo mesías quisiera regenerarse, sin darse cuenta que el plan de recibirlos era, que nadie puede abrir la boca en contra, porque en ellos no aplica «el que nada debe, nada teme». O sea, están pisados del pescuezo y «calladitos se ven mejor».
Lo cierto es de que no ROBAR, no MENTIR y no TRAICIONAR, es algo que se mantendrá vigente por los siglos de los siglos, por venir. Y todos felices, todos contentos.