Por Sheila Álvarez
Víctimas de nuestra espalda, de nuestras propias decisiones, de todo lo que cargamos real e imaginariamente, somos. Condenados a repetir nuestra historia hasta no hacerla consciente, estamos.
“La caminata como una acción común en la historia de la salvación”, eso es una procesión. ¿Cuántas veces sentimos que nuestros problemas nos sobre pasan?, que son mas grandes que nosotros, ¿Cuántas? Te imaginas cuan grandes serian si sumamos el de una cuadra, de una colonia, de nuestra ciudad, ¿Qué forma tendrían? ¿humana o animal?
El artista Alberto Aragón Reyes a través de su obra PROCESIÓN: Tiempo de gigantes, nos contesta esta interrogante. Nuestros problemas tienen forma humana porque todo vive y muere en nosotros mismos.
En algún momento de mi vida, como cualquiera de nosotros, atravesé situaciones que me llegaron a tocar lo conocido como “fondo” y después de salir de nuevo a la superficie, puedo asegurar que viví y comprendí el calvario en vida.
Cada una de las esculturas instaladas al aire libre ubicada en la Plaza de la Catedral oaxaqueña – disponible hasta diciembre de este año – conformado por cuatro figuraciones: Hombre y Mujer (La Revelación)/ Tótem/ Civilización/ Pescador, carga con un significado icónico importante, mi pieza favorita es “Civilización” puesto que está conformado por siluetas humanas pequeñas, unas sobre otras, algunas tomándose de la mano y unas cuantas con forma de niños y niñas, para tomar finalmente una figura masculina que carga en sus hombros con múltiples viviendas.
El conjunto escultórico puede ser leído – visualmente – individual o unitariamente y ser comprendido desde la soledad o comunidad humana. Te invito a prestarle especial atención a la escultura Tótem, porque dentro del dinamismo de este conjunto, esa es la única pieza que mira de frente.
Responsable de todo lo que cargo real e imaginariamente, soy.